Los coches eléctricos están en boca de todos y ya hemos hablado en otras ocasiones sobre ellos. Cada vez son más los fabricantes que se suman a la producción de este tipo de vehículo y aunque todavía queda camino por recorrer (especialmente en cuanto lugares donde cargarlos) es cuestión de tiempo que se impongan en el sector automovilístico.

Teóricamente, un coche eléctrico debería ser mucho más sencillo que el resto. Sin embargo, la complejidad de estos vehículos la encontramos en cosas como la eficiencia de los motores o gestión de la batería.

Es el sistema que permite conectar el coche al punto de carga (toma de corriente doméstica, wallbox, cargador público)

También conocido como power electronic converter. El cargador es un convertidor que da una corriente y voltaje concreto para dar forma a la energía de salida. En otras palabras, convierte la corriente alterna (AC) en corriente continua (DC) para que la batería pueda funcionar.

La energía almacenada se utilizará únicamente para hacer funcionar el vehículo. Los coches eléctricos tienen una batería de 12 V y la más utilizada es la batería de iones de litio.

Es el elemento que convierte la energía de corriente alterna de menor voltaje del pack de batería en la energía de corriente continua de mayor voltaje, necesaria para hacer funcionar el motor.

Es el sistema que controla el flujo de energía entre la batería de tracción y el motor para regular la velocidad y dirección de motor.  Es bidireccional: envía energía al motor y también puede obtener energía en fases de frenada regenerativa.

Básicamente convierte la energía eléctrica en movimiento para mover las ruedas.

Casi todos los colches eléctricos tienen una transmisión de una marcha.

Da energía a los sistemas auxiliares del coche y proporciona electricidad al vehículo antes de que se encienda la batería de tracción.

Básicamente es el dispositivo que gestiona todos los sistemas del coche eléctrico que hemos mencionado anteriormente.